El día que paré.

Hace ya muchos años alguien me formuló una pregunta sencilla, aparentemente con una respuesta obvia, pero que sacudió y condicionó mi vida. 

 

¿Eres feliz?

 

He de confesar que en aquel momento, la pregunta me resultó absurda porque estaba "claro" que tenía que ser feliz; lo tenía todo, o al menos todos aquellos ingredientes que eran necesarios para ser feliz (marido, hijo, familia, trabajo bien remunerado, coche, piso,…). Podríamos decir que mi forma de vida se ajustaba a un modelo "standard" de vida, a lo que mi entorno esperaba de mi, y al que ahora cariñosamente me atrevo a llamar "familia pin y pon", aunque me faltaba el perro y el jardín, por poner un poco de sentido del humor al relato.

 

Pues bien, después de esa "inocente" pregunta se produjo un "click" en mi cabeza y me paré a pensar. De repente, empecé a cuestionarme si realmente tenía aquello que necesitaba para ser feliz, si sentía lo que deseaba sentir, si me llenaba la vida que llevaba y si estaba dispuesta a continuar con ella hasta el final de mis días. Mi respuesta desató un sunamí emocional de difícil contención: tristeza, decepción, frustración, miedo, incertidumbre, soledad en compañía,… Sólo por descubrir que el castillo de naipes que había construido ( o "había comprado") se venía al suelo.  

 

De repente todo se iba al traste!

 

Y lo más insólito era que este hecho sucedía sólo porque me había atrevido a conectar conmigo misma, a pensar y a decidir qué era realmente lo que deseaba que fuera mi vida.

 

Ufff, cuánto dolor, sensación de culpabilidad, de no haberlo sabido hacer bien, de qué pensarán… ¿Qué había sucedido con mis valores? ¿Habré enloquecido? ¿Cómo puede ser que no sea feliz? ¿Cómo puede ser que sólo me suceda a mi? Mi cabeza era un hervidero de interrogantes.

 

Y después de un tiempo de dilatada y profunda reflexión, decidí pasar a la acción. Definitivamente tomaba las riendas de mi vida con todas las consecuencias.

 

A día de hoy, doy gracias a la vida, a quién me formuló "la pregunta" que supuso uno de mis despertares vitales (han habido otros), a mi ex-marido por todo lo que compartimos y por ser una excelente persona y padre y a todos los que me apoyaron y creyeron en mi.

 

Para vivir desde la autenticidad es necesario conectarse con uno mismo, sin filtros, sin anestesia social, con sinceridad y honestidad personal. Esta conexión te permitirá descubrir qué sientes, qué necesitas y saber si estás dónde deseas y con quién deseas. 

 

Activar el piloto automático es más cómodo, pero te pierdes la sensación de apreciar la autenticidad de la experiencia de volar.

 

¿Vuelas con tus alas o eliges el piloto automático? Tu elección será la mejor.

 

 

 

 

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Comentarios: 1
  • #1

    David Martos (jueves, 13 noviembre 2014 11:36)

    Que te haig de dir? Ja saps que jo també vaig passar per un procés així. Encara que la pregunta no va ser aquesta. Quan et dónes compte que estàs canviant la teva forma de veure la vida, és quan realment ets feliç. I és alguna cosa que, almenys a mi en ocasions em costa explicar-ho Només sé que és meravellós quant et trobes a tu mateix.

    Carme, moltes gràcies per la teva aportacions i per compartir tot el que la nova vida t'ha donat!!