Estos días después del período vacacional la mayoría de nosotros hemos vuelto a casa.
Aunque sintamos cierta nostalgia por dejar atrás las vacaciones y todo su atractivo, volver a casa suele ejercer en nosotros un efecto reconfortante. Volvemos a nuestro espacio, nuestra cama, nuestra almohada, aquellas fotos que acompañan a nuestros muebles, el sofá,...seguro que ya estás pensando en tu casa, ¿verdad? Y a algunos incluso os viene a la cabeza aquella frase de: “hogar, dulce hogar”.
Y es que la casa/hogar tiene un valor muy importante en nuestro bienestar.
Pero no quiero hablarte de tu casa física, sino de algo más profundo.
Estos días mientras estaba frente al mar, pensaba en aquellas situaciones en las que por el ritmo de vida acelerado o por “x” circunstancias vivimos fuera de nuestra “casa” metafóricamente hablando. Fuera de nuestro eje, de nuestro equilibrio.
¿A qué me refiero? Situaciones en las que nos vemos arrastrados por lo exterior (trabajo, problemas, enfermedades,...) y nos abandonamos a la corriente turbulenta que nos imprime la prisa y el ritmo de vida que llevamos. ¿Te resuena? Y de repente nos vemos surfeando en unas olas que no hemos elegido, cargando con unas mochilas que no nos corresponden, abandonando valores en los que creemos y como consecuencia sintiendo que estamos perdiendo el control de nuestra vida.
Cuando esto sucede nos sentimos perdidos, lejos de nuestra “casa”, lejos de nuestro centro.
¿Qué significa volver a “casa” para ti? ¿Qué necesitas para sentirte en equilibrio?¿Qué eliges? ¿A qué renuncias? ¿Qué te recordarás cuando sientas que estás fuera de tu “casa”? ¿Cómo harás para regresar a ella?
Estas son las algunas de las preguntas que me hago para mantenerme en “casa”, en mi equilibrio.
Te invito a que reflexiones sobre ello.
“Por una vida con sentido”.
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